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4 mayo, 2018
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13 septiembre, 2019

Construir paz en los territorios, es productivo

Construir paz implica, además de un cese al fuego, recuperar la tranquilidad y los lazos de sana convivencia en comunidad. Gran parte de esta tranquilidad depende de la satisfacción de las necesidades básicas como lo son la alimentación y el disfrute de un ambiente sano.

Los territorios y las comunidades que han sido las principales víctimas de la violencia en Colombia tienen muchas cosas en común, entre ellas, su cercanía a los principales bosques del país, la insatisfacción de sus necesidades básicas y la falta de reconocimiento de sus derechos. En este sentido, el Estado tiene una gran deuda con estos territorios.

Desde el año 2007 varias instituciones locales, regionales, nacionales e internacionales se han unido con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Serranía de San Lucas, conservar y recuperar sus territorios y su diversidad. Lo que comenzó como un proyecto de ordenación forestal auspiciado por la Organización Internacional de Maderas Tropicales (ITTO por su sigla en inglés) rápidamente y gracias a su apoyo decidido, trascendió el componente forestal y se transformó en una acción integral donde el reconocimiento de los derechos de los pobladores de las zonas boscosas es factor determinante para lograr el manejo sostenible de los recursos naturales.

Gracias a la voluntad de las instituciones y a la confianza de las comunidades locales, se ha logrado construir un proceso, que apenas comienza y que incluye además del tema forestal, en su visión convencional, iniciativas como: comunicaciones comunitarias, reconstrucción de tejido social a través del trabajo con víctimas, con mujeres, catastro participativo y multipropósito, promoción del derecho a la tierra, economía campesina, entre otros que aportan al desarrollo económico, a la construcción de paz y a la conservación y recuperación del medio ambiente.

Como parte del programa “Preparémonos para la Paz” y con el enfoque promovido por La Agenda por los Bosques y la Gente de San Lucas, en el 2015 la Secretaria de Agricultura de Antioquia, la Alcaldía de El Bagre y el Centro de Estudios, Educación e Investigación Ambiental –CEAM desarrollaron en el corregimiento de Puerto Claver, municipio de El Bagre, un proyecto que tenia por objeto contribuir al mejoramiento del entorno natural y la calidad de vida mediante el enriquecimiento de rastrojeras y la apicultura.

El enriquecimiento de rastrojeras consiste en sembrar árboles nativos en áreas degradadas por ganadería, agricultura o madereo que actualmente se encuentran en proceso de “enrastrojamiento” por su baja productividad en dichas actividades. Los árboles sembrados corresponden a especies maderables de alto valor comercial, en su mayoría desaparecidas o muy escasas hoy en día en estos territorios. Se trata entonces de un proyecto productivo de largo plazo, con múltiples beneficios sobre el ambiente, entre los que se encuentran la recuperación del suelo, la protección de los nacimientos de agua, el retorno de especies de fauna desplazadas y la ganancia en diversidad de flora.

La apicultura por su lado, consiste en el manejo de abejas (Apis mellifera) para la producción de miel y otros productos de la colmena como propóleos, apitoxina, polen, jalea real, entre otros. La apicultura es entonces una actividad productiva que genera ingresos en un mediano plazo y estimula la conservación de las rastrojeras, pues son estas las que proveen el alimento a las abejas y garantizan su productividad. Al mismo tiempo y en virtud de la polinización, la presencia de las abejas en un territorio dinamiza la propagación de la flora local, convirtiéndose esta en una estrategia activa de conservación y recuperación de coberturas vegetales.

Por medio de encuentros comunitarios de intercambio de conocimientos, entre técnicos y campesinos, se construyó un apiario escuela con el apoyo de Colmenares del Trópico donde se aprendió sobre el manejo de las abejas, pero también sobre disciplina, respeto por el otro, coordinación, reconocimiento de limitaciones y potenciales individuales y colectivas, entre muchos otros aprendizajes que se pueden derivar del aprender-haciendo.

En cuanto a las rastrojeras, el vivero para la producción de los arboles a plantar, lo manejó una organización local denominada Asociación Gente y Bosques, conformada por los miembros del Colectivo de Comunicaciones por el derecho a la tierra, quienes han vinculado a un gran número de personas en las actividades de producción, fortaleciendo así la cultura forestal del territorio. El CEAM, por medio de encuentros de asistencia técnica, fortaleció también las capacidades de la Asociación en diferentes temáticas relacionadas a la reforestación.

Otros espacios de encuentro que se emplearon son los cine-foro que se llevaron a cabo en diferentes veredas, donde las comunidades se enteran de distintos proyectos que se vienen desarrollando en sus territorios y conocen a través de documentales y cortometrajes en video, paisajes y experiencias en San Lucas.

http://www.elespectador.com/opinion/paz-de-manuel

Es así como gracias al apoyo de muchas instituciones y a un proceso de construcción colectiva de territorio, hoy en día es posible mediante el impulso a un proyecto productivo forestal y apícola, seguir sembrando las semillas sostenibles de la paz. Sin embargo, las semillas sembradas requieren tiempo y un buen ambiente para brotar; de ahí la necesidad de trabajar con persistencia en el desarrollo de los procesos iniciados en el territorio, de ahí la urgencia de continuar apoyando las iniciativas comunitarias que aunque con potencial de transformación y diseminación, requieren aún de cuidado.

 

Preparado por: Holver Arango Álvarez